El acueducto de Villaluenga

PEPE ARROYO / J. M. G. V.

1. Descripción general

Desde hace pocos años se viene extendiendo por Internet la afirmación de que el peculiar sistema de conducción de agua con pozos y registros monumentales que se extiende a lo largo de 1,3 kilómetros a las puertas de Villaluenga del Rosario (Cadiz) es un “qanat o acueducto subterráneo datable en época islámica”.

A estas alturas, ya ese “qanat” “seguramente es el mejor conservado de la Península Ibérica”, según la web Conoce tus fuentes. Los responsables de la base de datos del Patrimonio Inmueble de Andalucía también han abrazado esta propuesta. Y esa enseñanza se imparte a alumnos de alguna Universidad andaluza, según nos ha confesado un profesor.

¿Qué es un qanat?

El historiador Alejandro Pérez Ordóñez recoge en uno de sus trabajos esta definición que da el investigador Basilio Pavón Maldonado:

La voz árabe qanat es empleada en los países árabes para designar galerías o túneles subterráneos construidos por la mano del hombre para captar las aguas de las lluvias almacenadas en capas de arena permeables que descansan sobre otras impermeables. A todo lo largo de su recorrido el qanat tiene una serie de pozos debidamente espaciados cuyas profundidades eran marcadas por los diferentes niveles del terreno.

En la imagen podemos ver el esquema típico de un qanat según Francisco Javier Pérez de la Cruz, de la Universidad Politécnica de Cartagena.

Uno de los qanats más impresionantes de España es el de Fuentelapeña (Zamora), descubierto en 2006 (derecha). Se ha dicho que puede datar del siglo IX o X.

¿Hay un qanat en Villaluenga?

Dado que la principal característica definitoria de un qanat entendemos –por lo que hemos leído–, que es una galería subterránea, y por ende oculta, es tan fácil y tentador postular su existencia como difícil demostrarla. Si no se encuentran las bocas de esa galería, habría que recurrir al georradar o a la detección por tomografía eléctrica.

Ahora bien, nosotros hemos recorrido el acueducto muchas veces, hemos conocido el fondo de dos de sus pozos, nos hemos asomado a sus registros… Todo lo que hemos podido ver tocante a supuestas galerías en el subsuelo son arranques de túneles de captación, no de conducción. La conducción que hemos podido apreciar es por cañerías a ras de superficie protegidas por muros de mampostería (atarjeas) como el de la siguiente imagen:

En cuanto a un posible origen islámico, solo lo probaría el hallazgo de materiales de esa cultura o indicios del uso de sus técnicas en el fondo de los pozos o en los túneles de captación, tarea que concierne a arqueólogos. Pero nosotros solo hemos visto ladrillos y material hidráulico en los pozos y cerámica a flor de tierra que, dentro de nuestro poco conocimiento, no nos dan la impresión de antiquísimos.

Eso en lo que se refiere a la observación en el terreno. Aparte, hemos encontrado en «papeles» datos que apuntan a que la obra es moderna. Concretamente, hemos leído un documento que se conserva en la Universidad de Utrecht (Holanda) que habla de una obra de traída de aguas a Villaluenga ejecutada entre 1871 y 1873. Según se desprende, tiene muchas probabilidades de ser la de construcción del acueducto que hoy día conocemos.

Edificaciones alineadas

El acueducto de Villaluenga consiste en una alineación de dos grandes pozos cubiertos (T1 y T2 en la imagen) más una serie de arquetas mucho más pequeñas, completando el sistema otros dos pozos (T3 y T4) que quedan fuera de la línea principal pero que presumiblemente están conectados de algún modo con ella. Estas edificaciones son estéticamente atractivas, por lo que fácilmente captan la atención del viajero que circula por la carretera de Villaluenga a Grazalema o del excursionista que pasea por el tramo de La Manga al noroeste del casco urbano.

Un habitante de la localidad nos dijo que a los pozos él siempre había oído llamarlos tanques, nombre que adoptaremos porque su utilidad parece estar en consonancia con dos de las definiciones que da el diccionario para esa voz: “Estanque, depósito de agua” y “Recipiente de gran tamaño, normalmente cerrado, destinado a contener líquidos o gases”. En cuanto a las arquetas, las llamaremos registros pues evidentemente tienen esa función (desarenación, desatascos y otras reparaciones…),

Los tanques T2 y T3 tienen planta octogonal y los T1 y T4 hexagonal (irregular en el T4). Sus dimensiones son muy variadas; más adelante las consignaremos.

En el documento del siglo XIX que hemos consultado se diferencian dos tipos de tanques: las «alcubillas de recepción»  (tres) y el “depósito”. Entendemos que esas alcubillas de recepción son los tanques T1, T3 y T4  porque cerca de ellos se pueden encontrar surgencias de agua.

En cuanto al tanque T2 (en la imagen), parece ser el depósito del que se habla en el documento porque no hay manantiales cercanos de los que pueda captar agua y porque es el que se halla a más baja cota, condición que lo convierte en el único apto para recibir agua de todos los demás. El agua le entra, aparentemente, por una cañería protegida por un muro y sale por otra de características semejantes, ambas a ras de superficie. Más adelante profundizaremos en todo esto.

Los registros

En cuanto a los registros, son bastante más pequeños. Su altura típica es de 2 metros. Como veremos, el documento aludido distingue entre alcubillas pequeñas y registros, pero nosotros daremos este segundo nombre genéricamente a todas estas estructuras.

Los registros guardan siempre una distancia aproximada entre ellos de unos 50 m en números redondos (con una única excepción: dos registros a la entrada del pueblo  están separados unos 75 m). Esa regularidad nos permite presumir que existieron registros que han desaparecido. Por ejemplo, el R5 y el R7 distan unos 100 metros, lo que hace suponer que entre ellos se encontraba otro registro (R6).

Con estas consideraciones, nosotros contamos físicamente 19 registros pero deducimos que había cuatro más: R6, R20, R22 y R23, estos tres últimos dentro ya de Villaluenga y probablemente desaparecidos por modificaciones urbanas (viario, ampliación de la carretera…). La siguiente imagen muestra, en círculos naranjas, la posición que tendrían los registros faltantes R20 y R22 según nuestra hipótesis. (En azul, la fuente de los Caños, en la que termina el acueducto):

Distancias

Usando la escala que acompaña a las ortofotos de Google Maps hemos medido aproximadamente las distancias entre los distintos elementos del acueducto (desde el centro de cada uno). El procedimiento es tosco, pero estimamos que el error no puede ser mayor del 3%.

TramoDistan./ metrosObservaciones
T1 -R160Medida desde el centro del tanque
R1- R256 
R2 – R352La línea inicial T1-R1-R2 va hacia el O; a partir del R2 experimenta un quiebro hacia el SO
R3 – R452 
R4 – R548 
R5 – (R6) – R795Parece que falta el R6
R7 – R851 
R8 – R952 
R9 – (R10) – T2109En la imagen de satélite no se ve el R10 por estar cubierto de vegetación, pero existe
T2 – R1150 
R11 – R1250 
R12 – R1349 
R13 – R1450 
R14 – R1550 
R15 – R1671Distancia mayor de lo normal
R16 – R1748 
R17 – R1851El R18 está al borde de la carretera
R18 – R1951El R19 está al borde de la carretera pero ya en la otra orilla, en un parque urbano
R19 – (R20) – R2193No localizamos dentro del parque el R20
R21 – (R22, R23) – Fuente de los Caños152No localizamos los R22 y R23, quizá destruidos por casas
TOTAL1290 
   
T1T3350 
T3T4327 
T3R7138 
T4T288 

La Mina y otros topónimos e hidrónimos

En Villaluenga se denomina La Mina al pago donde se sitúa la cabecera del acueducto (es decir, donde se halla el tanque T1).
El propietario de una finca próxima nos dijo que, según le contó su padre, existía allí un manantial en el que se perforó una mina para buscar los veneros próximos y aumentar así el caudal de agua. Esta práctica es bastante común. Sin ir más lejos, en la inmediata localidad de Benaocaz, detrás de la fuente Alta hay una pequeña mina (ver imagen).

Pero La Mina puede ser un topónimo aún más abarcador, a juzgar por este mapa, que nomina así a una finca que se extiende también a pagos más al sur:

Por otro lado, del lugar donde se halla el tanque de cabecera (T1) surge un arroyo a cuyo curso se adapta la línea principal del acueducto a lo largo de buena parte de su recorrido, siguiendo así el gradiente natural de descenso.

Este regato se nombra en los mapas oficiales Albarrán o Albarraín, pero en Villaluenga hemos oído llamarlo también  de la Mina. No obstante, en un mapa de 1958 lo encontramos como “arroyo del Morralejo” (sic), lo que es digno de tenerse en cuenta porque en el documento que hemos estudiado se habla de un manantial del Moralejo que, según conjeturamos, podría ser el que llena la alcubilla de recepción T3.

La fuente de los Caños

El acueducto termina en la fuente de los Caños, ubicada dentro del núcleo urbano de Villaluenga, muy cerca de la carretera. Esta fuente existía antes de la construcción, en 1871-73, del acueducto que ahora conocemos.

La fuente ha estado seca muchos años, pero desde hace cuatro tiene agua de nuevo. Al parecer, el Ayuntamiento la trae desde La Mina, pero no a través del actualmente inservible acueducto, sino mediante una tubería de goma. Esta imagen muestra el abrevadero que hay al lado de la fuente.

 


2. Tanques y túneles

Como hemos dicho, el documento de 1884 que hemos consultado menciona la construcción de tres alcubillas de recepción que creemos que son los tanques T1, T3 y T4. Vamos a contar lo que sabemos de estas estructuras.

El tanque T3

La parte visible del tanque T3 tiene planta octogonal, midiendo cada uno de sus ocho lienzos aproximadamente 1,60 m de anchura y 2,50 m de altura, a los que hay que agregar en torno a 1,50 m de la bóveda superior (la perspectiva de la imagen engaña y hace creer que la bóveda es menos alta de lo que en realidad es). En total, unos 4 metros de altura.

En la ortofoto de Google Maps reproducida anteriormente se observa al nordeste del tanque T3 una estructura peculiar que está construida sobre un arroyo; más adelante hablaremos de ella. Y al sur del edificio se ve una línea de árboles que deben de haber crecido por la humedad en ese sitio.

Al que se asoma al interior del tanque T3 en época seca se le ofrece esta imagen (obsérvese que hay un poco de agua en el fondo):

Nótese que aunque el edificio sobre la línea de tierra tiene planta octogonal, el interior es cuadrado. Para soportar los cuatro lienzos adicionales exteriores se construyeron los arcos en las cuatro esquinas que se aprecian.

Dese abajo, la parte superior del tanque se ve así (la profundidad es de unos 5 o 6 m, pero la perspectiva parece aumentarla).

Las paredes han sido revestidas de material hidráulico, pero el fondo es de roca viva, se entiende que para mejorar la captación de agua.

En la esquina de la derecha de la pared este del fondo del pozo se distingue una puerta:

¿Es la boca de un túnel?

Aparentemente sí, pero su recorrido está abruptamente cortado nada más iniciarse. ¿Lo  tapiaron posteriormente? Es de suponer, ya que no parece tener mucho sentido construir un túnel de menos de 1 metro de fondo…

Llama la atención un derrubio de tierra que se inclina de izquierda a derecha y del fondo del túnel hacia la boca.

Pero aún es más llamativo lo que se aprecia por debajo del nivel del túnel:

Es una cañería de unos 10-15 cm de diámetro.

La canalización queda a cierta altura sobre el fondo irregular de roca del pozo:

No pudimos determinar si esta tubería está inclinada hacia dentro o fuera del pozo, es decir, si sirve para llenarlo o vaciarlo.

En otro lugar se observa otra tubería de un material indefinido…

Sobre ella vemos lo que parece una etiqueta de plástico azul casi cubierta de barro:

De menores dimensiones que el túnel, hay otro conducto más pequeño aparentemente labrado en la piedra cuya finalidad es sin duda la misma: acopiar agua.

La boca del túnel que hemos visto en el interior del tanque queda, aproximadamente, a la profundidad que se muestra en la siguiente imagen (en amarillo) y en esa posición, con orientación aparente hacia el observador (el oeste):

Señalamos también la orientación inicial del túnel mediante una ortofoto:

Al estar tapiado, no hemos podido ver si en algún punto experimenta algún cambio de dirección. En cuanto a su pendiente, parece positiva (es decir, apuntaría hacia la superficie), ya que el derrubio que se observa a sus pies cae hacia adentro del pozo. Esto indicaría que este túnel es una mina de captación de agua, no de conducción. Para que pudiera conducir agua por gravedad a otra lugar, su pendiente debería ser, lógicamente, negativa.

El agua que llena este tanque procedería de las surgencias que existen en la zona. Estas, probablemente, antes de la construcción de este elemento de recepción, afloraban por un manantial que creemos que llamaban del Moralejo, como ya hemos apuntado. Pero, además, el tanque seguramente capta agua del arroyo que se ve a la derecha. Refuerza esta hipótesis el hecho de que en el cauce se ha practicado un sumidero (este parece reciente a juzgar por los materiales, pero no es descartable que se haya reconstruido uno preexistente).

En esta ampliación se aprecia mejor el sumidero:

Hemos comprobado que cuando llueve el agua se introduce en el sumidero en grandes cantidades.

No queremos terminar la descripción de este tanque sin hacer constar que en sus proximidades se aprecian trozos de lo que pudo ser el fondo del mismo, que quizá se eliminó para profundizar más y alcanzar la roca viva en busca del venero.

El tanque T4

Este tanque se encuentra en la orilla derecha de la carretera de Villaluenga a Grazalema, a poca distancia del pueblo. Tiene forma de hexágono irregular. La anchura de sus dos lienzos mayores es de unos 4,85 m; la de los cuatro menores, de unos 3,45 m. Al estar en ladera de fuerte pendiente, la parte visible de todos los lienzos no tiene la misma altura, oscilando entre los 1,20 m del lienzo más ancho que da a la carretera y los 4 metros del opuesto. Hay que sumar los aproximadamente 1,5 metros de bóveda.

Este tanque está clausurado, pero hace 20 años uno de nosotros (Pepe Arroyo) estuvo en su interior para tomar medidas de cara a un proyecto de reproducción de elementos del hábitat rural en el que en aquellos momentos trabajaba el Taller de Medio Ambiente Aire Libre de Ubrique.

Se pudo comprobar que su profundidad es de 6 a 8 metros y que en la parte inferior se ensancha. Allí nace un túnel que se dirige hacia la carretera, es decir, hacia la falda de la sierra y en sentido contrario al valle por el que discurre el acueducto. Sin duda, esta mina busca algún venero de la  Sierra del Caíllo.

Junto a este tanque se observan vestigios de lo que pudo ser un manantial (el de la Ladera, suponemos). Eso testimonia que en el subsuelo de esta zona hay agua, razón, sin duda, por la que se construyó aquí esta alcubilla de recepción. En la siguiente imagen se señala el manantial con una flecha amarilla. También se muestra, en azul, a la derecha, la posición del tanque T2, a unos 88 metros de distancia de este y a menor cota.

El tanque T1

El tanque T1 es la alcubilla de recepción que se encuentra en la cabecera del acueducto, tomando sus aguas del manantial que debería su nombre a su probable configuración en mina Paso subterráneo, abierto artificialmente, para alumbrar o conducir aguas o establecer otra comunicación», según el diccionario).  No hemos podido ver su interior por estar clausurado, pero no sería de extrañar que dicha mina se abriera en el fondo del tanque en dirección a los veneros de la zona.

Su planta es hexagonal regular, aunque bajo ciertos ángulos se produce la ilusión óptica de que es cuadrada (ver imagen). Sus seis lienzos miden unos 2,90 metros de anchura y 3,40 de altura hasta la cornisa en la que arranca la bóveda. Esta tiene  metro y medio de altura aproximadamente.

El tanque T2

De los cuatro tanques, el T2 es el de más baja cota. Sus dimensiones son: 3,30 m de altura hasta la cornisa más unos 1,50 m de bóveda y 2,25 m de anchura de cada uno de sus 8 lienzos.

Su función parece ser la de depósito, lo que deducimos por tres razones:

  1. En el documento que hemos consultado (que trataremos en profundidad más adelante) se habla de la existencia de tres alcubillas de recepción y un depósito. Por lo considerado anteriormente, las alcubillas deben de ser son los tanques T1, T3 y T4, ya que se pueden identificar manantiales o surgencias en las laderas en que se ubican Pero no parece existir ningún manantial en el lugar –llano– donde se levanta el T2.
  2. En el documento consultado se habla de la construcción de un depósitoen el punto en que confluyen los tres ramales de cañería de los tres distintos nacimientos”. Lógicamente, esas cañerías solo pueden confluir en un punto cuya cota sea inferior a la de los tres nacimientos aludidos.
  3. Las cañerías de entrada y salida están en superficie, protegidas por atarjeas (muros) como se observa en la siguiente ortofoto.

Si ambas cañerías (entrada y salida) está a ras de superficie, el agua circulará bien cuando el depósito está lleno. ¿Pero y cuándo no lo está? Más adelante daremos un intento de explicación. Por otro lado, si este tanque es un depósito (útil, por ejemplo, para regar las tierras de labor de los alrededores), ¿cómo sacaban el agua de él? Probablemente con norias o artefactos análogos que, dada la altura de la edificación, podrían estar dentro. Pero son meras conjeturas que no podríamos afirmar o refutar sin una inspección del interior de este pozo, hoy día cerrado.

Comparación de dimensiones

La siguiente figura permite comparar las dimensiones aproximadas de los cuatro tanques (las alturas totales dadas pueden adolecer de cierto error porque no pudimos medir directamente las de la parte abovedada, sino estimarlas a partir de fotografías):

El tanque más grande es que se halla al borde de la carretera (el T4), cuya planta tiene una superficie total (incluidos los muros) de unos 39 metros cuadrados. Lo sigue el T2 (unos 24,5 m2), el T1 (aprox. 22 m2) y el T3 (en torno a 12,5 m2).

La fábrica

En general, las tres alcubillas de recepción se parecen bastante en cuanto al material utilizado y la técnica constructiva (geometrías y tamaños aparte). Nos ha llamado la atención que las cornisas de la alcubilla de la Mina (T1) son diferentes a las de los tanques T2, T3 y T4, pero no creemos que eso tenga un significado especial. (La siguiente imagen es un detalle de la cornisa del tanque T2;  cuya factura denota que la obra se proyectó con gusto y esmero. Más adelante diremos quién creemos que fue el arquitecto del acueducto.)

Por otro lado, un anciano del lugar nos ha señalado un sitio próximo donde, según él, se ubicó el horno en el que se fabricaron los ladrillos para levantar estos edificios. Como curiosidad, en ese lugar hemos encontrado un puente diminuto que salva un arroyuelo. Ignoramos si el puente se tendió en la misma época en que se hizo la obra del acueducto (para llevar materiales a ella), pero puede resultar significativo que los ladrillos del puente se parecen a los de los tanques, aunque están mucho más erosionados por el paso.

Esta es una imagen ampliada de una de las paredes del tanque T3:

Y esta otra de la unión de dos lienzos del tanque T2 (el cual, por cierto, habría que vigilar porque presenta una fea grieta vertical de arriba a abajo):


3. Registros y cañerías

Hemos descrito anteriormente los cuatro tanques del acueducto. Ahora vamos a hablar de los registros, y particularmente de uno cuyo interior hemos atisbado. También comentaremos interesantes observaciones sobre la línea de muros de cañerías o atarjeas que se observa superficialmente.

Uniformidad

La función de un registro en una conducción es permitir la retirada de tierra y suciedad que el agua pueda arrastrar y facilitar la reparación eventual de las cañerías. Pero los registros del acueducto de Villaluenga (al menos algunos) quizá pudieran hacer también el papel de depósitos o pozos.ya que el documento que hemos consultado usa el nombre “alcubillas”, que tiene esa connotación. Esto no podemos asegurarlo porque a muchos registros no se puede acceder y otros están aparentemente cegados.

Todos tienen más o menos la misma forma cúbica con la parte superior abovedada. Sus dimensiones típicas son de 2 x 2 x 2 m. No obstante, hay uno de solo 1,60 m de altura y otro de casi 3 m construido así para salvar una vaguada. La topografía del terreno hace pensar que este podría contener un sifón.

Algunos se conservan relativamente bien y otros están en muy mal estado (lógicamente, lo primero que se les cae es la bóveda). Uno de ellos ha sido completamente reconstruido, al menos en superficie. (En el apéndice de este trabajo mostramos imágenes fotográficas de los 19 que se conservan.)

El registro 7

Uno de los registros que tiene la bóveda rota y que, por tanto, permiten una fácil inspección ocular, es el R7 (imagen sobre estas líneas), situado en relación al tanque T3 en el lugar que muestra la siguiente imagen:

Así se ve  su interior:

La foto está tomada desde el gran boquete que presenta la bóveda. Desde ese punto hasta el fondo hay unos dos metros o más, lo que significa que el fondo está a ras de tierra aproximadamente. Pero hay piedras en el fondo, lo que no nos permite decidir si ahí termina o, continuando hacia abajo, fue cegado para evitar accidentes a personas o animales.

La foto anterior no es buena y no se aprecian bien tres bocas de tubería que existen en la base aparente. Dos de ellas, dada su orientación, lo lógico es que sirvan para conectar con los registros inmediatos: el R8 (dirección Villaluenga) y el R6 (dirección La Mina).

Téngase en cuenta que el R6 no existe actualmente, pero damos por hecho que un día estuvo aproximadamente donde señalamos en la imagen:

A favor de esta hipótesis está el hecho de que en el tramo de casi 100 m (doble de la distancia típica entre registros en este acueducto) que se extiende entre el R7 y el R5 se distingue el muro que protegía la cañería. Pero lo más interesante es que parece observarse que en este tramo la dirección del muro se quiebra, que es precisamente lo que cabía esperar porque ahí se da un ligero cambio de orientación de la línea del acueducto como se ve en la ortofoto:

Júzguese por las siguientes fotografías. El muro de la cañería o atarjea se ve claramente a la salida del registro R5 en dirección al R7. Más adelante empieza a confundirse con el terreno. A partir de cierto punto su trayectoria debe variar para llegar al R7.

Pero volvamos a las tres tuberías que observamos en el fondo del registro R7. Nos queda interpretar la que hemos marcado en color naranja. Hay que empezar haciendo constar un dato muy importante de esta tubería: creemos que es de fibrocemento (uralita). Este material fue introducido en España en 1920 pero su uso generalizado no llegó hasta la década de 1960. Por lo tanto, en los alrededores del registro R7 o bien se instaló recientemente una nueva cañería para establecer alguna nueva conexión entre elementos del acueducto o bien fue sustituida una preexistente averiada.

Pero ¿de dónde viene esta cañería? Antes de establecer una hipótesis daremos algunas explicaciones.

Del documento antiguo que hemos leído parece deducirse –como veremos más tarde– que las tres “alcubillas de recepción” (tanques T1, T3 y T4 según nuestra interpretación) estaban conectadas con un «depósito» (el tanque T2) según la configuración que muestra la siguiente imagen. En ella se ha dibujado en amarillo la línea principal del acueducto, línea que arranca del tanque T1, y en celeste y naranja las supuestas conducciones T3-T2 y T4-T2 que inferimos de la lectura del citado documento.

Sin embargo, aunque hay pruebas físicas que apoyan la existencia de una conducción entre los tanques T4 y T2  –más abajo las exponemos–  no hemos podido ver ningún indicio en el terreno que fundamente una conexión entre T3 y T2.

Podemos considerar varias hipótesis alternativas. Una podría ser la existencia de una conexión entre el tanque T3 y el T4, salvo que esto sea imposible por consideraciones altimétricas. Otra, que el agua vaya desde el tanque T3 al registro R7:

Estaría a favor de esta hipótesis la orientación aparente de la cañería naranja que hay en el fondo del registro R7. Estaría en contra un estudio altimétrico si este demostrara que la cañería, en el punto en el que llega al registro R7, estuviera más alta que el fondo del tanque T3 y suponiendo que la cañería que se encuentra en dicho fondo sea de desagüe, ya que bien podría servir, por el contrario, para llenar el tanque.

(Aprovechamos para subrayar que con este trabajo solo pretendemos decir lo que hemos visto y lo que suponemos, aportando los elementos de juicio de que disponemos con la intención de animar a quienes pueden hacerlo mucho mejor que nosotros a que se entreguen a una investigación en profundidad de este valioso monumento de la ingeniería hidráulica. Una idea para la Universidad: ¿qué tal una tesis doctoral sobre el acueducto? Tema hay de sobra.)

Restos de cañerías

Hemos dicho que en ciertos tramos las cañerías van a ras de superficie protegidas por muros de mampostería, especialmente en las zonas que aparentemente son tierras de labor. En otros tramos se aprecian vestigios de estas atarjeas (basta fijarse bien) y en otros parece “adivinarse” su existencia observando los cambios en la vegetación.

Los muros claramente no se levantaron para delimitar fincas. Eso lo podemos defender por una razón simple: su baja altura. La imagen lo demuestra:

No es fácil encontrar restos de cañerías precisamente porque estarían dentro de los muros,,pero en las proximidades de estos sí que pueden verse algunos trozos. Mostramos varios de diferentes materiales (barro cocido, cerámica vidriada…), calibres (entre 10 y 35 cm) y antigüedades aparentes:

En particular, hemos visto restos de cañerías de 35 cm de diámetro aproximadamente en dos puntos de la línea del acueducto separados 500 metros.

Existen también unas tuberías que atraviesan los muros de lado a lado, probablemente para que pase el agua desde las tierras de labor hacia el arroyo Albarrán, evitándose estancamientos:

Los tanques T4 y T2 estarían conectados

Anteriormente hemos propuesto una conexión directa entre la alcubilla de recepción T4 y el depósito T2. Lo inferimos de la lectura del documento del siglo XIX al que nos venimos refiriendo, pero también de evidencias físicas. Obsérvese en las dos siguientes imágenes cómo cerca del depósito T2 hay un muro cuya prolongación nos lleva exactamente al tanque T4.

Pero es más: incluso en la vista de perfil se diría que el muro sale de donde tiene que salir: las profundidades del pozo T4 (pues este pozo debe de tener una cañería de desagüe en su fondo), y llega adonde tiene que llegar: el nivel de superficie del depósito T2. Lo demostramos con las dos imágenes siguientes:

Lógicamente, solo se vería muro en la parte más baja porque a medida que la cañería avanza desde el depósito T2 al tanque T4 se iría enterrando. El muro protegería la cañería del exceso de presión en la parte baja ya que, como se observa, hay bastante diferencia de nivel entre ambos pozos, que se encuentran a solo 88 metros de distancia.

Las cañerías del depósito T2

Una singularidad que nos permiten apreciar las ortofotos es que las cañerías del acueducto no llegan o salen del centro del depósito T2, sino de un lateral del mismo:

Desde el suelo se observa muy bien que el muro se dirige hacia el lateral del tanque:

¿Cómo interpretar este hecho? Una posibilidad es que en el punto donde confluyen ambas cañerías hubiera algún dispositivo para permitir que el agua entrara al depósito o siguiera por la cañería según conviniera en cada momento en función de las necesidades del abastecimiento.

Por lo demás, entendemos que este depósito (si es que tiene esa función) se construiría para regar las tierras que lo rodean. No nos parece un elemento esencial en el diseño del acueducto. De hecho, el documento que hemos consultado explica que el “depósito” que se construyó (sea este u otro de los tanques) no estaba previsto en el presupuesto y planos originales.


4. El proyecto (1868-71)

Hasta aquí hemos venido describiendo físicamente los elementos visibles del acueducto de Villaluenga. Ahora nos sumergiremos en la historia para tratar de saber cómo y cuándo fue construido.

Para ello nos valdremos de un documento de gran interés: el Dictamen emitido por el contador de fondos provinciales D. Domingo Sánchez del Arco sobre las malversaciones, valores perdidos, falsedades y abusos, que se desprenden de los expedientes de construcción de una Casa Capitular y obras para la traída de aguas en Villaluenga del Rosario, publicado en Cádiz en 1884 por la tipografía La Mercantil. Hemos conseguido una copia de un ejemplar que conserva la biblioteca de la Universidad holandesa de Utrecht. Se trata de un informe más que nada económico, pero contiene datos suficientes como para establecer que el acueducto de Villaluenga se construyó entre 1871 y 1873.

Procederemos cronológicamente.

1868

Corría el año de 1868. El 23 de mayo, el Ayuntamiento de Villaluenga, reunido en sesión ordinaria, supo de su apoderado en Cádiz que disponía en sus arcas de unos 3.200 escudos en concepto de intereses producidos por ciertos capitales. (A título de curiosidad, precisamente ese año el escudo dejó de ser la unidad monetaria española, pasando a serlo la peseta; un escudo equivalía a 2,5 pesetas.)

Los munícipes debatieron sobre el modo de emplear ese dinero y acordaron invertirlo en alguna obra pública de “reconocida utilidad”,  concretamente en la construcción de una nueva Casa Consistorial y en la mejora del abastecimiento de agua al vecindario.

Para ello, la Junta Municipal decidió lo siguiente (según el acta de la reunión; los destacados son nuestros) :

Se solicite la venida del Arquitecto provincial para formar el
presupuesto de la composición de la fuente pública.

Deseando el Ayuntamiento abastecer de aguas al vecindario,
invirtiendo en obra de tanta necesidad e importancia los 3.203 escudos y 7 milésimas que se han abonado a la Municipalidad por intereses de las dos terceras partes de sus bienes desamortizados, acordó que por el Sr. Presidente se solicite de la Autoridad superior de la provincia la venida del Arquitecto provincial, a fin de que reconozca la fuente de la Mina y forme el presupuesto de los gastos necesarios para traer las aguas a la que se encuentra descompuesta en la población, abonándose los que se devenguen por aquel de la partida de imprevistos, pidiéndose a su tiempo autorización para ello.

Del texto se deduce:

  1. Existía una fuente en el pago denominado La Mina, es decir, donde tiene su cabecera el actual acueducto y se halla el tanque T1, a aproximadamente 1,25 km del centro de la población en línea recta. Ya hemos dicho que, según nos contó un habitante de aquel pago, la fuente se llamaba así porque era del tipo mina de agua, es decir, que poseía uno o más túneles para buscar veneros. En la siguiente imagen se muestra la zona de La Mina y el tanque T1. En los alrededores no hemos encontrado ninguna fuente, por lo que suponemos que este elemento del acueducto se construiría sobre ella. .
  2. Existía una fuente en el pueblo que estaba estropeada y a la que se querían traer las aguas. Evidentemente, esta fuente es la de los Caños, pues es el punto final del acueducto actual que se inicia en La Mina.

Antonio Benítez Román y Juan Manuel González Montero hablaron de esta fuente y de los sistemas de abastecimiento al pueblo en su libro Villaluenga del Rosario: su Historia a través de Imágenes, publicado en 2008 por la Diputación de Cádiz. En este trabajo aparecen las fotos antiguas de la fuente que se ven más abajo y se lee que “la canalización de agua hasta la localidad, a través del sistema conocido como la Mina, es anterior a 1900 y se hacía a través de una conducción cilíndrica cuyas piezas se enlazan entre sí”. Se indica que existen tres “registros de captación”, uno de “unión de redes, el más grande, de forma octogonal”, y los otros cuadrados, y que la conducción finaliza en una fuente terminal conocida como «Los Caños» en la que existe un abrevadero”. Esta fuente fue restaurada en 1928. Estos autores dicen también que antiguamente se recogía agua en la fuente del Agua Nueva, el pozo de La Albarrada, el pozo del Prado y el pozo del Callejón.

No se sabe si el arquitecto provincial se personó en aquella ocasión en Villaluenga. Pero al año siguiente sí que lo hizo. La visita la motivó esta proposición que hizo el regidor síndico Lázaro Barea en sesión municipal extraordinaria del 15 de enero de 1869:

Reconocida la conveniencia y necesidad de dar ocupación a los jornaleros de esta localidad, debe la Municipalidad ocuparse de promover obras  públicas con dicho objeto. La de abastecer de aguas al vecindario, componiendo las cañerías de la fuente pública, hoy inutilizada, y la construcción de una Casa Consistorial donde estuvo la antigua, porque  el edificio destinado en la actualidad a Ayuntamiento carece de todas las condiciones necesarias, son los dos proyectos de obras  cuya ejecución está reclamada hace tiempo por esta población.

El Decreto de 27 de Noviembre último establece las reglas a que las municipalidades deben atenerse en la situación en que se encuentra esta para remediar la falta de trabajo; y conforme a ellas, el Regidor Síndico que suscribe propone al Ayuntamiento y contribuyentes asociados se sirvan acordar la reclamación de diez y seis mil escudos, que abone el Estado por cuenta del 80 por 100 de los bienes de Propios desamortizados, a fin de que convertidas las inscripciones en títulos al portador de la Deuda consolidada del 3 por 100, puedan enajenarse y emprenderse las dos citadas obras de reconocida utilidad

Es verdad que no existe presupuesto de gastos para saber con exactitud la importancia de ellas; pero se parte de un cálculo aproximado, y en el caso de resultar sobrante, hay otras en las que en todo caso podría este invertirse, todo sin perjuicio de que después se formalice por un Arquitecto el expresado presupuesto.

La proposición fue aprobada por unanimidad, pero “ampliando la solicitud a veinte mil escudos”. Como se ve, los munícipes de Villaluenga se iban animando con el proyecto conjunto de la nueva Casa Capitular y la traída de aguas, que pasó en menos de un año de tener un presupuesto de 8.000 pesetas a 50.000.

Informe del arquitecto provincial

El arquitecto provincial visitó Villaluenga en febrero, marzo o abril de 1869 y redactó este informe referido a dos fuentes urbanas: la de Agua Nueva y la de los Caños (los destacados son nuestros):

En virtud de la atenta comunicación que V. E. se sirvió dirigirme con fecha 30 de enero último, y tan pronto como las atenciones de mi cargo me lo han permitido, he pasado a Villaluenga con el objeto de reconocer las cañerías de las fuentes públicas de la misma y presupuestar el costo que tendrán las obras necesarias de reparación; y en su vista debo informar a V. E. sobre dicho particular lo siguiente:

En esta Villa existen dos fuentes para el abasto público de agua potable; una llamada del agua nueva en la salida para Ubrique a unos doscientos metros de distancia de la población, y otra que se denomina de los Caños, próxima a sus últimas casas, en dirección a Grazalema.

En el momento de practicarse el reconocimiento, la primera fuente surtía abundantemente toda el agua que podían suministrar los dos caños de 0,m 0,15 de diámetro de que consta, lo cual no es de extrañar ni puede argüir en favor de su abundancia por cuanto en la estación presente de las lluvias son ricos todos los manantiales y no puede juzgarse de la cantidad mínima que este produce sino en los meses de agosto o septiembre, que es cuando todos se empobrecen, pero se me informó por los vecinos del pueblo que en la estación de verano desaparecía el agua casi por completo atribuyéndose a la dislocación que experimentó la roca en que tiene su origen el manantial, con unos barrenos que se dieron en ella con el objeto de ver de aumentar su caudal, o lo que es más verosímil, a roturas y escapes de aguas que puedan existir en los 60 ms. de entubación de barro que constituye la cañería fundada sobre terreno de acarreo.

La fuente denominada de los Caños recibe sus aguas de los manantiales llamados Laderos, Fuente Grande y Moraleja distantes entre sí unos 300 metros próximamente, y alimentan cuatro caños con un orificio de 0,m 02 de diámetro, que como en la anterior, corren hoy igualmente llenos; pero aseguran también que en el verano se empobrecen, y por el mismo motivo no puede juzgarse a ciencia cierta de su riqueza hasta principios del otoño. Por lo que he podido examinar de las cañerías de esta ultima fuente, he visto que se hallan destrozadas por varios puntos y de que la pérdida del agua en el verano, en términos de no llegar ninguna a la población. A este estado han venido: 1º, por el movimiento que experimenta el terreno de acarreo que les sirve de fundación en algunos puntos cuando las lluvias del invierno son abundantes y continuadas;  2°, por el abuso que hacen los dueños de las tierras que el acueducto atraviesa, porque no estando amojonada la servidumbre del mismo, no solo las aran profundizando más de lo que prudente fuera, sino que se les permite plantar choperas sobre la cañería o en sus inmediaciones, cuyas raíces penetrando en ella descomponen la fábrica; 3.°, porque habiendo desaparecido las puertas de seguridad que tenían las alcubillas de registro, se arrojan piedras dentro de ellas que interceptando el curso del agua, la obligan a salir por los imbornales de desagüe.

Como V. E. comprenderá son estas obras de restablecimiento de las cañerías de sumo interés para la población, de un costo considerable y de delicado estudio y ejecución, si se quiere que los sacrificios que aquella se imponga se inviertan con acierto y seguridad de que han de corresponder a un objeto tan necesario y tan vital para el común. Para conseguirlo y presentar un proyecto basado en el convencimiento íntimo de que no han de ser infructuosos los fondos que para su realización se destinen, es indispensable practicar ante todo una exploración minuciosa y detenida del caudal de agua que producen los manantiales de ambas fuentes en cualquiera de los meses de agosto o septiembre, aprovechando lo mucho que facilita esta operación el desembarazo de agua en que en dicha estación se hallan, aforarlas y ver al mismo tiempo si hay probabilidad de obtener un aumento, ya sea construyendo alcubillas de recepción, ya acondicionando las de registro o reparando si son susceptibles de ello las cañerías, y en caso contrario proponer con seguridad las que hayan de construirse de nuevo.

El estudio del proyecto, como dejo manifestado, es necesario hacerlo al principio del otoño y las obras construirse en el invierno, a fin de que la población pueda contar siempre con una fuente perenne, cuando menos, para su abasto y evitar que si en el verano le acometen, que es cuando ambas escasean, llegara el caso de verse privada de este artículo tan necesario para la vida, o tener que ir a largas distancias para proporcionárselo.

Del este informe se pueden deducir interesantes hechos para nuestro estudio sobre la construcción del acueducto:

  1. En 1869 la fuente de los Caños (punto final del acueducto actual) era servida por tres manantiales. Se informa de que estos eran “distantes entre sí unos 300 metros próximamente”, pero no se dice a qué distancia estaban de la fuente. Uno de los manantiales se llamaba “Moraleja”, según el arquitecto. Creemos que quiso decir Moralejo, nombre que aparece en otra parte del Dictamen de Domingo Sánchez y –ya lo hemos mencionado– en un mapa de 1958 en el que se denomina “del Morralejo” (sic) al arroyo que en otros planos aparece nombrado como Albarrán o Albarraín y que en Villaluenga hay quien llama simplemente de la Mina. Los otros dos, según el facultativo, eran “Laderos” y “Fuente Grande”. Como diremos más abajo, en la convocatoria de la subasta se hablaba de “las obras de conducción de aguas de los manantiales Moralejo, Ladera y Mina”. Por otro lado, es de notar que entre el tanque T3 del acueducto actual, que nosotros suponemos levantado sobre el manantial del Moralejo, y el tanque T4, sobre el de la Ladera, hay unos 325 metros en línea recta, y entre el tanque T1 y el T4 (este último supuestamente construido sobre el manantial de la Mina), 350 metros. Pensamos que la “Fuente Grande” era La Mina.
  2. Se habla de un “acueducto” que atravesaba tierras de labor y se dice en el mismo párrafo que la fábrica de las “cañerías” se descomponía a causa de los arados y de la plantación de chopos. Aún hay chopos en la zona de La Mina.
  3. Ese acueducto tenía “alcubillas de registro” e “imbornales de desagüe.
  4. El arquitecto propone como soluciones construir alcubillas de recepción, acondicionar las de registro ya existentes o reparar las cañerías,y en caso contrario proponer con seguridad las que hayan de construirse de nuevo”.

De los cuatro puntos anteriores se deduce que no existían en 1869 alcubillas de recepción (es decir, los tanques actuales), pues se propone construirlas. Pero sí se venía trayendo agua a la fuente de los Caños mediante cañerías que contaban con alcubillas de registro. Esta agua procedía –entendemos– de los manantiales de la Ladera, el Moralejo y la Mina.

En ningún momento el informe habla de la existencia de túneles o galerías que hubiera que reparar para recuperar una supuesta conducción de agua. subterránea anterior. Por consiguiente, de este documento sobre el estado del sistema de traída de aguas a Villaluenga en 1869 no podemos deducir que preexistiera ningún “qanat islámico”.

Para seguir teniendo en mente que la característica principal de un qanat es la existencia de una galería o túnel subterráneo, a la derecha mostramos una imagen de un tramo del impresionante qanat de Palermo (Italia).

En La Mina no había ninguna alcubilla

La Diputación trasladó al Ayuntamiento de Villaluenga este informe facultativo y le hizo algunas recomendaciones, según recoge el acta de una reunión ordinaria celebrada el 15 de mayo de 1869:

Se leyó a la Corporación una comunicación de la Excma. Diputación provincial de 29 de abril último, en la que, con inserción del dictamen evacuado en el expediente de las obras que se citan al margen, se dispone que no es posible terminar el proyecto de la. obra para abastecer de aguas la población, sin practicar otro reconocimiento en los meses críticos de sequía, para apreciar debidamente el caudal de aguas de que ha de disponerse, y que en el entretanto se cuide de que desaparezcan las choperas que existen en las cañerías, así como de que no se arrojen piedras a las alcubillas, poniéndoles puertas de seguridad.

Los munícipes se dan por enterados pero entienden que no es preciso poner en ejecución estas recomendaciones por el siguiente argumento tan significativo:

(…) considerando la Corporación que estas medidas preventivas, desde luego pueden adoptarse, y que su encargo procede de la creencia equivocada en que se está de que se toma por el público el agua de la fuente de la Ermita; cuando es de la de la Mina, donde no hay alcubillas ni motivo de descomposición, acordó consignar quedar enterada y no haber necesidad por ahora de la convocatoria de contribuyentes por la razón expuesta (…)

Queda claro: en La Mina no había ninguna alcubilla en 1869. Sin embargo, hoy vemos en aquel pago la hermosa alcubilla de recepción que hemos denominado tanque T1 y dos alcubillas de registro (R1 y R2). Lo que no encontramos es ninguna mina de agua en la zona, por lo que suponemos que, de existir, estará dentro del tanque.

Reparos municipales al proyecto

En 1870 los munícipes de Villaluenga continuaron las gestiones para que se materializara su deseo de traer aguas a la localidad. Finalmente, el 8 de noviembre de ese año la Diputación envía al Ayuntamiento el proyecto de las obras, autorizando su licitación.

El día 20 el municipio acepta el proyecto del arquitecto provincial pero con reparos. Copiamos parte del acta de la reunión, a la que

(…) se dio principio leyéndose una comunicación de la Excma. Diputación provincial, fecha 8 del actual, con la que se remite el proyecto y presupuesto de gastos para la construcción de la obra de abastecimiento de aguas potables, y juntamente el presupuesto especial para los de inspección de la misma y la de la Casa Capitular.

Enterada la Junta de dichos documentos y habida la conveniente discusión, se le ofrece manifestar su inconformidad en que se incluyan en el referido presupuesto para las cañerías tubos de barro y no de hierro, que por ser más sólidos son preferibles a los primeros, aunque el gasto sea mayor, siendo de extrañar que así haya sucedido cuando se expresó de una manera categórica al encargado de hacer el estudio de la obra, que de ninguna manera se deseaba que se empleara otra clase de tubos que los de hierro. Así, pues, la Junta acuerda formular dicha exigencia para que se reforme el presupuesto, sustituyendo unos por otros tubos.

En cuanto al segundo presupuesto para la construcción de dos
depósitos
, además del principal, de conducción de aguas, si bien conoce la Junta que sería conveniente la ejecución de la obra, como quiera que no sea de absoluta necesidad y supone un gasto de no escasa cuantía, dispuso prescindir de ella por ahora, sin perjuicio de que en otra época pueda llevarse a cabo, consultado el interés local y los recursos de que pueda disponer.

Más adelante, cuando comentemos el informe final de las obras,veremos que efectivamente se ejecutó un solo depósito, que nosotros consideramos que es el tanque T2  (aparte de tres alcubillas de recepción, las T1, T3 y T4).

En la misma sesión los munícipes conocen el presupuesto de contrata de la conducción de aguas: 30.800 pesetas en números redondos más unos 2.500 de gastos de inspección.

La subasta de las obras

Ese presupuesto acabó incrementándose en casi 11.500 pesetas. El Boletín Oficial de la Provincia del 18 de febrero de 1871 anunció la licitación de las “obras de conducción de aguas a esta Villa” con un presupuesto de 42.250 pesetas, informándose de que el pliego de condiciones contenía los planos de lo que se había de ejecutar. El modelo de proposición decía textualmente:

D. N. N., vecino de …… enterado del anuncio publicado con fecha….. en el Boletín Oficial de la provincia, para la subasta. de las obras de conducción de aguas de los manantiales Moralejo, Ladera y Mina en Villaluenga del Rosario, de los planos, presupuestos y pliego de condiciones facultativas y económicas formados al efecto, se compromete a ejecutar dichos trabajos con la rebaja de …… (aquí en letra el tanto por ciento) en los precios tipos asignados para dicho objeto.

(Incidentalmente, Domingo Sánchez del Arco se pregunta en su Dictamen: “¿Había urgencia en las nuevas construcciones que exigiese esta.precipitación?”. Y se responde así: “Nada la pedía cuando el pueblo tenía surtido de aguas”.)

La subasta fue el 27 de febrero, concurriendo dos licitadores: Manuel Capote, de Arcos, y Juan Antonio Menacho, ex-regidor y ex-guarda de montes de Villaluenga. La ganó este último con uno de los dos pliegos que presentó. Se produjeron escandalosas irregularidades en la concesión, pero no vamos a tratarlas aquí para no distraernos de nuestro objetivo principal. Solo diremos que Menacho, “para quitar motivo a las censuras que hacía·la población, [se ofreció] a hacer de su cuenta y sin subvención alguna de los fondos públicos,las obras necesarias de reparación en la Fuente Nueva”. Suponemos que se refieren a la fuente de Agua Nueva. Pero, según Domingo Sánchez, estos trabajos no llegó ni a emprenderlos. Tampoco terminó la Casa Consistorial. El acueducto, sí.

El remate lo aprobó la Diputación el 23 de marzo, notificándoselo el 29 al contratista para que con arreglo al pliego de condiciones empezara las obras dentro de los 8 días siguientes. Sin embargo, no las inició hasta el 26 de mayo de 1871. Así pues, podemos establecer esta fecha como la del comienzo de las obras del acueducto de Villaluenga que hoy conocemos.

 


5. Las obras (1871-73)

El 6 de agosto de 1871, el Ayuntamiento de Villaluenga presentaba a la Diputación provincial los dos primeros certificados mensuales de las obras del acueducto. A mediados de octubre ya se habían hecho bastantes zanjas y se habían introducido las correspondientes cañerías. Pero….

El temporal de octubre de 1871

Pero el día 27 de ese mes se desató un temporal que dio al traste con buena parte de lo ejecutado. El contratista pidió indemnizaciones de perjuicios por fuerza mayor mediante un escrito en el que alegaba:

Con respecto al daño ocasionado en las obras de conducción de aguas (…) es claro y evidentemente que las obras han sido arrebatadas por la afluencia de las aguas, fuera de sus corrientes naturales, pues a pesar de todo puse cuanto estaba de mi parte y el tiempo tiempo (sic) lo permitió para evitar mayores perjuicios; pero no me fue posible evitarlos en la parte destruida, puesto que el agua no tenía otra huida que posible fuera sin dejar de pasar por cima de lo acabado de construir y en construcción.

La Junta Municipal no aceptó la solicitud porque entendía que los daños se debían a una “falta de dirección inteligente”:

Que en las obras de las cañerías han ocurrido daños por falta de precaución del contratista, abriendo zanjas sin colocar ni cubrir la tubería para impedir aquellos y dejando de hacer los desagües necesarios al efecto.

Nótese que se habla de tuberías, que estas se colocan en zanjas… No se menciona ninguna reparación de supuestas galerías subterráneas preexistentes ni nada parecido.

El 1 de diciembre, la comisión de obras de la Diputación ratificó el dictamen del Ayuntamiento:

Se dice en la reclamación que han sido arrebatadas por las aguas, poniéndose de parte del contratista cuidado para evitarlo. Con decir que es completamente inexacto el segundo extremo, está dicho todo. Precisamente por esa falta de precaución, dejando sin cubrir la tubería y zanja abiertas [sic] de cierta profundidad, no obstante de esperarse las lluvias; por no preparar además el terreno modificando la corriente de aquellas para favorecer la conservación de las obras, es por lo que han tenido lugar los deterioros, que solo pueden imputarse a falta de celo en los trabajos.

Como hemos dicho, al mismo tiempo que se ejecutaban las obras de la conducción de agua, el mismo contratista llevaba a cabo las de construcción de una nueva Casa Capitular. Estas también se vinieron abajo a causa del temporal (y no se reanudaron nunca, pero esa es harina de otro costal). El arquitecto provincial se ofendió porque entendió que se le estaba considerando en parte responsable de la ruina. A resultas, el Ayuntamiento se vio precisado a contratar a otro facultativo para que supervisara la finalización de los trabajos.

Este resultó ser el sevillano Juan Talavera y de la Vega, miembro de la Real Academia de Nobles Artes de San Fernando y autor de edificios muy destacados en su ciudad natal como el Teatro Cervantes (1873) o el Costurero de la Reina (1893, dcha.).

El informe Talavera

Según se recoge en el Dictamen del contador provincial Domingo Sánchez del Arco, las obras de conducción de aguas fueron recibidas definitivamente el 14 de julio de 1873. Sin embargo, existe un informe del arquitecto Talavera fechado el 31 de julio de 1872 del que parece desprenderse que el grueso de las obras estaba concluido por aquel entonces.

Dicho informe servía a este arquitecto para argumentar su negativa a “la recepción provincial a la conducción de aguas, por no haberse cumplido las condiciones del contrato”. Lo copiamos íntegro porque aporta datos interesantes sobre la estructura del acueducto de Villaluenga. Los destacados son nuestros. Como es largo, intercalaremos algunos comentarios.

D. Juan Talavera de la Vega, Arquitecto de la Real Academia de Nobles Artes de San Fernando:

Certifico: Que en virtud de acuerdo de la Excma. Diputación provincial de Cádiz, y por encargo del Ayuntamiento de  Villaluenga del Rosario, he reconocido las obras de traída de aguas ejecutadas en dicha Villa, con objeto de hacer su recepción provincial y certificar acerca de su estado, cantidad y valor.

Después de varios días de reconocimiento, acompañado de los arquitectos D. Juan de la Vega y D. Adulfo del Castillo, comisionados al efecto por la referida Excma. Diputación provincial, he conferenciado con ellos, y disintiendo en alguno de los juicios que sobre las obras han formado, en vez de suscribir el acta de recepción mandada levantar, paso a consignar mis observaciones por separado.

¿Quienes eran estos arquitectos enviados por la Diputación?  

Según Juan Ramón Cirici (Revista de historia de Jerez, 2, 1996, págs. 7-24), Juan de la Vega y Correa fue arquitecto titular provincial de Cádiz y jefe de Construcciones Civiles entre 1860 y 1883. Uno de sus edificios más renombrados es la la Casa-Palacio de los Mora, en la calle Ancha gaditana (a la derecha). También hizo el Salón Regio del Palacio Provincial con motivo de una visita girada a Cádiz por Isabel II en 1862.

Por su parte, Adulfo del Castillo y Escribano (llamado erróneamente Adolfo en muchos textos) ganó una de las plazas de arquitecto de distrito de la provincia de Cádiz en 1864 (La Correspondencia de España. 6/10/1864) y seguía teniendo este cargo en 1868 (El Imparcial, 10/8/1868). Entre sus edificios más conocidos está la Plaza de Toros de La Línea y el Mercado Central de Abastos de la misma ciudad (derecha). .

Del Castillo envió una carta al alcalde de Villaluenga el 20 de mayo de 1873 en la que le participaba que le había remitido por correo “los datos tomados durante la ejecución de las
obras de conducción de aguas, en un estado de medición y valoración de las obras, no habiendo podido rectificar más que los datos de medición
”, También se refiere a “unos ·datos tomados durante la ejecución de las obras” de la fallida Casa Consistorial. En el membrete de la carta se lee: “Arquitecto provincial de Cádiz. –  2º Distrito. – Construcciones civiles.- Obras locales. Núm. 211”. Esto nos hace pensar que Adulfo del Castillo, arquitecto de distrito perteneciente a la oficina del arquitecto provincial, pudo ser –es nuestra hipótesis– el autor del proyecto del acueducto de Villaluenga, así como el director de las obras.

Las alcubillas se hicieron más grandes

Continúa así el informe del arquitecto Talavera:

En dos partes dividirá el que certifica su examen; primero expondrá la manera que se ha tenido de realizar el proyecto; después juzgará según su criterio y exento de toda prevención, de cómo se han ejecutado las obras en lo que se relaciona con el pliego de condiciones de la contrata. Por último, expondrá las razones que le asisten para prescindir de la medición y valoración acordada por la Excma. Diputación provincial.

Al comparar las obras ejecutadas con los planos unidos al expediente, nótase desde luego que marcándose en el detalle señalado con el número once que las alcubillas de toma de agua en los manantiales tendrán un metro noventa centímetros de ancho y un·metro sesenta y cinco centímetros de altura hasta el arranque de la bóveda, se han variado las dimensiones de estos tres edificios, construyendo otros tres, cuya forma en vez de ser cuadrada es poligonal y cuya altura y ancho se han duplicado con exceso.

Tres comentarios:

  1. Talavera dice claramente que se construyeron tres alcubillas de toma, que es el número de ellas que existe en la actualidad (las que hemos denominado T1, T3 y T4 en apartados anteriores).
  2. Los cuatro tanques actuales efectivamente tienen todos plantas superficiales poligonales. Sus dimensiones son muy variadas, pero la anchura media ronda los 5 metros y la altura media hasta el inicio de la bóveda los 3,3 m. Así que, efectivamente, sus dimensiones «se han duplicado con exceso». Curiosamente, las medidas que menciona Talaveraun metro noventa centímetros de ancho y un·metro sesenta y cinco centímetros de altura hasta el arranque de la bóveda«) son precisamente las que tienen los registros actuales, más o menos. Además, estos registros son cuadrados, y esa es la forma que iban a tener las alcubillas de toma, según dice en su informe este arquitecto. Todo esto sugiere que los tanques proyectados en los planos iban a ser exactamente iguales que los registros actualmente existentes.
  3. Y un detalle:  el arquitecto da las medidas en metros, que es la unidad del sistema métrico internacional que ya se venía usando oficialmente en España desde 1849.

Sigue el informe:

El trazado de la cañería se ha variado también, conduciéndola siempre por el mismo trayecto que antes recorría. Se han sustituido los trece registros señalados en el plano y presupuesto por otras tantas (alcantarilla) [sic] alcubillas y en vez de dos depósitos proyectados inmediatamente sobre la fuente, se ha construido uno solo en el punto en que concluyen [sic, ¿confluyen?] los tres ramales de cañería que faltan [sic, ¿saltan?] de los tres distintos nacimientos. Sobre la cañería, en los sitios que atraviesa por tierra de labor, se ha construido un muro de mampostería que no está señalado en el proyecto ni en el presupuesto. Por último, la clase de tubos que forman la cañería es distinta de la asignada en el presupuesto.

El párrafo anterior contiene varios datos importantes, pero algunos de interpretación discutible:

  1. Se alude a la existencia de una cañería anterior a estas obras. No debe sorprender porque, como ha quedado dicho, en el informe previo del arquitecto que se desplazó a Villaluenga, este explicaba que la fuente pública de los Caños se surtía de tres manantiales y que preexistía un acueducto con cañerías y “alcubillas de registro”(expresión literal)..
  2. Del texto de Talavera se deduce que los facultativos distinguían entre “registros” y “alcubillas” (se entiende que se refiere a alcubillas pequeñas con función de registro, no a las de recepción, que claramente son tres: los tanques T1, T3 y T4). Más abajo volveremos sobre este punto confuso del informe. Por lo pronto, transcribiremos unas definiciones del diccionario: “Alcubilla: arca de agua. Arca de agua: arqueta (casilla o depósito). Arqueta: casilla o depósito para recibir el agua y distribuirla. Registro: abertura con su tapa o cubierta, para examinar, conservar o reparar lo que está subterráneo o empotrado en un muro, pavimento, etc.”.
  3. Cuando Talavera habla de “un solo depósito” donde confluyen los ramales de cañerías de los tres nacimientos entendemos que se refiere al tanque T2. Es el de más baja cota, por lo cual es el único al que pueden llegar las aguas de los tres nacimientos. Además, no se ve fuente cerca de él, por lo que no es una alcubilla de recepción. Los nacimientos a los que se alude serían los que en otros documentos relacionados con la construcción del acueducto se denominan la Mina, el Moralejo y la Ladera, que nutrirían, respectivamente, a las alcubillas de recepción T1, T3 y T4 según nuestra interpretación. En cuanto a la fuente sobre la que se proyectaron inicialmente dos depósitos que no se llegaron a ejecutar, suponemos que el arquitecto se refiere a la de La Mina, pues en otros documentos se dice inequívocamente que allí había una fuente.
  4. Se menciona la existencia de muros de mampostería. Estos son evidentes a lo largo de buena parte del recorrido del acueducto y se intuyen en otras partes por vestigios o cambios de la vegetación en la estrecha franja (55 cm de anchura típica) en que pueden estar enterrados. La función de estas atarjeas era proteger las cañerías de roturas por arados, presión o raíces y salvar los desniveles del terreno.

Pero continuamos con el informe de Talavera:

De estas variaciones que alteran considerablemente el proyecto y el costo de las obras, unas como las de tubos y la construcción del muro allí donde la cañería atraviesa tierras de labor, aparecen autorizadas por acuerdos del Municipio, y la del trazado de la cañería lo está por la condición número cincuenta y ocho de las facultativas, puesto que no altera en más de un cinco por ciento la longitud de ellas. Pero el gran depósito, la considerable alteración de dimensiones en las tres tomas de agua y la sustitución de los trece registros por otras tantas alcubillas, no aparecen justificados en las actas municipales, y si bien el Arquitecto director de las obras explica la segunda variación por la necesidad imprevista de recoger varios manantiales, la construcción de alcubillas no se explica en la forma que se ha hecho, y es inconveniente dada las condiciones de la localidad, porque a más del gran costo inicial que han ocasionado, exigirán gastos constantes para su entretenimiento en un sitio que sirve de desahogo a todo el ganado de la Villa, y la del depósito, contra lo acordado por el Municipio y asociados, perjudica los intereses comunes. ·

Expuestas las variaciones introducidas al proyecto, el que certifica va a ocuparse de la comparación entre la manera de ejecutar las obras y lo que previenen las condiciones facultativas.

Se previene en el presupuesto que los muros de las alcubillas de la línea de tierra abajo y los registros en el mismo sitio, se ejecutarán con mampostería de mortero hidráulico, y de la línea de tierra arriba de fábrica de ladrillo con mortero medianamente hidráulico.

Del reconocimiento practicado resulta que los muros de las tres alcubillas de toma de agua, están construidas de la línea de tierra abajo con mampostería y mortero, cuyo color se hace parecer hidráulico, pero cuyas condiciones desmienten esta propiedad puesto que a los dos meses de empleado no ha adquirido ni aun la consistencia de pasta dura, como he hecho notar en el acto del reconocimiento en la toma de agua del Moralejo: los registros y las trece alcubillas nuevamente introducidas están construidas de la línea de tierra abajo con mortero ordinario.

Respecto a la parte de las alcubillas comprendidas de la línea de tierra arriba, las tres grandes son de fábrica de ladrillos con mortero ordinario en los muros y bóvedas, y de mampostería ordinaria en las trece restantes, notándose que en el acto del reconocimiento aún no han fraguado los morteros.

Resulta, pues, que se han alterado las condiciones, empleando de tierra abajo mal mortero hidráulico en las tres grandes alcubillas, y mortero ordinario en los registros, en las trece alcubillas pequeñas y en los muros de las tres grandes.

Como se habrá comprobado, en estos párrafos se vuelve a distinguir entre “alcubillas pequeñas” y “registros”, pero queda claro que se construyeron estructuras de ambos tipos. .Por otro lado, se indica que las alcubillas pequeñas sumaban 13 y que estas 13 alcubillas deberían haber sido registros, según los planos del proyecto.

Se trata de uno de los puntos del informe que más nos cuesta entender, ya que aparentemente el acueducto contiene 23 estructuras de morfología exterior muy parecida (denominadas genéricamente por nosotros registros, del R1 al R23, aunque cuatro de ellos son supuestos pues no existen actualmente).

Solo se nos ocurre proponer –basándonos en la definición del diccionario, que otorga a “alcubilla” un sentido de “depósito”– que la diferencia esté en su interior, concretamente en su profundidad. Pero no hemos podido medirla por las razones ya expuestas: la mayoría de los registros están clausurados y los practicables que hemos visto parecen tener el fondo cegado con piedras.

De todos modos, por si el criterio que sugerimos no es válido, haremos constar un dato que quizá sea significativo: desde el depósito T2 a la fuente de los Caños en la que termina el acueducto suponemos que había 13 registros, que son los que efectivamente contamos si incluimos los tres que creemos desaparecidos en ese tramo (R20, R22 y R23). Otra posibilidad es que estas 13  “alcubillas pequeñas” estén intercaladas con los “registros”.

Sigue así el informe de Juan Talavera:

Pasando el examen de la cañería se observa que se compone de los tubos que últimamente acordó el Municipio que se empleasen y que los enchufes están hechos con la cal hidráulica precisa y que probada cargándola de agua, ha satisfecho a su destino, porque si bien presentó varios salideros, eran de poca importancia y no debe extrañar en los primeros momentos en que la cañería principia a servir. Pero si la tubería cumple con las condiciones, no sucede lo mismo al relleno de la zanja donde va colocada: la condición número cincuenta y siete previene que la cañería se sentará y rodeará de mampostería medianamente hidráulica de un espesor de veinte y cinco centímetros, y esta condición no se ha satisfecho. La cañería en parte va sentada sobre mampostería ordinaria; en otras sobre la solería de la cañería antigua y rodeada de mampostería ordinaria, y en otras, por último, va rodeada de hormigón hecho con pedazos de piedra y mosclotes [sic], notándose en la mampostería ordinaria que se compone en su mayor parte de cantos rodados, contra lo que previene el artículo sexto de las condiciones facultativas, y de mal mortero ordinario en vez de ser medianamente hidráulico; debiendo hacer constar que el mortero en el acto del reconocimiento tiene la consistencia de una pasta poco fuerte. En las partes donde la cañería va sobre tierra, está empotrada en mampostería ordinaria cubierta por una albardilla solada siendo los morteros empleados con tan poco arte, que la solería se puede levantar con los dedos a los dos meses de colocada.

Solo destacar que el arquitecto dice que para introducir la cañería se practicaron zanjas.

Por todo lo que argumentó, el arquitecto Talavera no quiso recibir la obra:

Fundado en las razones que van expuestas, el arquitecto que certifica se ha visto obligado, bien a su pesar, a declarar que no juzga debe recibir provisionalmente las obras de traída de aguas, porque si bien los edificios construidos para tomas de aguas en los manantiales son sólidos, no cumplen con las condiciones de la contrata ni con los trazados en el proyecto, y aunque la cañería en la parte de tubos y enchufes es buena, no sucede lo mismo, en su juicio, con la mampostería y alcubillas pequeñas, que tampoco encuentra autorizada en la contrata ni en acuerdos posteriores.

Para terminar este ya difuso informe, debe el que suscribe  manifestar que no ha procedido a la medición y valoración de las obras ejecutadas, lo uno por no juzgarlas en parte de recibo, lo otro porque consistiendo en su mayor parte en movimiento de tierra y obras subterráneas; no ha conocido los perfiles anteriores del terreno y tendrá que proceder hoy a operaciones muy costosas y que podrían perjudicar a las obras, sin que a pesar de eso pudiese conseguir aproximarse a la exactitud. Por otra parte, habiendo el arquitecto director hecho las recepciones mensuales, debe conservar en su poder los datos necesarios para la valoración general y a ellos se remite el que suscribe.

Y para que conste expido la presente en Villaluenga del Rosario a treinta y uno de julio de mil ochocientos setenta y dos.

Juan Talavera.-V.º.B.º, El Alcalde, Ortega.

Reflexiones

De la observación del acueducto de Villaluenga y de la lectura de los documentos comentados no hemos podido obtener ni una sola evidencia razonable en favor de que esa obra de ingeniería hidráulica esté basada en un acueducto subterráneo de la época islámica (qanat). Ni que decir tener, para descartar definitivamente esa conjetura habría que

  1. Comprobar si hay túneles en el subsuelo que conecten los tanques
  2. Encontrar algún indicio relacionado con la cultura material o la técnica andalusíes.

En ninguno de estos cometidos somos competentes. La exploración de galerías inaccesibles se puede hacer mediante georradar o métodos de tomografía eléctrica del terreno que solo saben practicar los especialistas, Y la exploración y estudio de posibles restos solo podría hacerla quien tiene potestad y conocimientos para ello: los arqueólogos.

No obstante, existen otros argumentos basados en la lógica que nos hacen dudar muy seriamente de la existencia alguna vez en Villaluenga del Rosario de un qanat. Aquí van algunos:

  1. El pueblo de Villaluenga no tiene fácil defensa (si bien se puede defender la entrada en la Manga). Entonces, los moros que la habitaban (suponiendo que constituyeran una población numerosa y estable) ¿podían permitirse costear y ejecutar una obra de esa envergadura tan vulnerable ante  ataques de enemigos?
  2. Villaluenga perteneció a la casa ducal de Arcos desde 1485 hasta la extinción del régimen de señoríos a principios del siglo XIX. ¿En todo ese tiempo no se consignó en ningún documento la existencia de ese elemento patrimonial de los duques, tan evidente en el paisaje de La Manga, tan susceptible de ser inventariado para constituir un  aprovechamiento privativo señorial?
  3. El acueducto de Vllaluenga está bien a la vista de quienes circulen por la carretera de La Manga. ¿A ningún erudito que lo haya visto en los siglos pasados se le ha ocurrido proponer que tenemos a nuestra vista un qanat islámico?
  4. En el Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de Pascual Madoz(1850) se dice, en el artículo correspondiente a Villaluenga, que sus vecinos “se surten de las aguas de una fuente de calidad excelente”, pero no se menciona la existencia de ningún sistema de conducción que se considerara digno de reseñar.
  5. En el Catastro del marqués de la Ensenada (1753), dentro de las respuestas que da Villaluenga sobre sus características, se hace alusión a la “escasez de aguas naturales”, mencionándose, no obstante, la existencia de “fuentes y pilares” que el municipio tenía que arreglar periódicamente para lo cual destinaba cada año dos mil reales:
  6. Creemos que el hecho de que el estilo de los elementos del acueducto de Villaluenga parezca muy antiguo no tiene por qué implicar que realmente lo sea. Más bien pensamos que se optó por un diseño arcaizante en consonancia con los gustos de algunos arquitectos de la época. En la cercana localidad de Ronda se construyó, en las postrimerías del siglo XVIII, el acueducto de la Hidalga, para conducir agua desde los manantiales de La Hidalga, Coca y La Toma hasta las fuentes de los Ocho Caños, el Portichuelo y otras de la Ciudad del Tajo. La imagen de más abajo, tomada del libro La sed de Ronda, de Pedro Sierra y José E. Sierra (ediciones La Serranía, 2011), muestra una alcubilla en la unión de los dos primeros manantiales. Como se ve, está hecha de ladrillo y, aunque no lo apreciamos bien en la imagen,  incluso diríamos que tiene planta octogonal. A este acueducto también se le averiaban las tuberías, como lo demuestra un informe de 1822 que menciona la existencia de «cinco mil varas de cañería antigua de tiempo inmemorial deshecha e inservible». En 1845 se proyectó una nueva reparación con «atanores [cañerías] de barro de media vara de diámetro, enterrados a una vara [unos 84 cm] de profundidad y protegidos por mampostería.  Todo eso nos recuerda al acueducto de  Villaluenga…

¿Pudieron los andalusíes que habitaron algún día estas tierras haber aprovechado las aguas de la fuente de La Mina y otras del término? Eso es seguro. ¿Pudieron excavar en alguna de ellas alguna mina para obtener más agua? Está dentro de lo probable. Pero ¿perforaron un túnel subterráneo de cientos de metros para llevar el agua a Villaluenga? En este trabajo hemos dado elementos de juicio para ayudar a cada cual a dar su propia respuesta a esta pregunta.

* * *

En cualquier caso, estamos indudablemente antes un elemento patrimonial valiosísimo y único que habría que conservar, sea de origen islámico o de finales del siglo XIX. Da pena ver el estado de desamparo en que se encuentra.

 


6. Todos los tanques, registros y fuentes, en fotos

Reproducimos a continuación imágenes de todas las edificaciones del acueducto de Villaluenga que se conservan: cuatro tanques, 19 registros y la fuente del pueblo a donde llega el agua (si bien esta ya existía cuando se hizo la obra de traída de aguas).

Seguimos la conducción que se inicia en el tanque de La Mina (T1), es decir, en la cabecera del acueducto y que continúa por los registros R1 a R10 (el R6 creemos que fue eliminado) para llegar al tanque T2. En ese tramo, pero fuera de la línea principal, queda en tanque T3. Más adelante encontramos el tanque T4, también fiera de la línea pero aparentemente conectado con el depósito T2.

Pasado el tanque T2 contamos registros desde el R11 hasta el R18, que se encuentra al borde de la carretera. Cruzada esta encontramos el R19 y el R21 en el parque de entrada a la localidad. Creemos que el R20, el R22 y R23 han desparecido en las últimas operaciones urbanísticas. .


Tanque T1

Es la cabecera del acueducto. Se halla en el pago de La Mina.

Registro R1

Primer registro a partir del tanque de cabecera del acueducto. Al lado hay un manantial.

Registro R2

Cerca hay unos chopos.

Registro R3

Es el registro de más altura de todo el acueducto (casi 3 metros).

Los tres están en la orilla derecha del Camino de las Viñas.

Registro R4

Este y los que siguen ya están al lado izquierdo del Camino de las Viñas.

Registro R5

Registro R6

Falta. Probablemente ha sido destruido

Tanque T3

Registro R7

Registro R8

Registro R9

Registro R10

Tanque T2

Tanque T4

Este tanque es el más próximo a la carretera, por lo que es uno de los más conocidos, Tiene planta hexagonal irregular (más alargados dos de sus lados opuestos que los otros cuatro).

Registro R11

Los registros del R11 al R14 están dentro de una parcela, entre el tanque T2 y el depósito de agua nuevo.

Registro R12

Registro R13

Registro R14

Registro R15

Este está junto al depósito de agua nuevo.

Registro R16

Este y el siguiente están dentro de las piscina e instalaciones deportivas municipales. Está claramente reconstruido, pero lo han hecho como no es: con la puerta en el lateral. Se ve que así les gustó más a los restauradores:

Registro R17

Registro R18

El registro R18 es el último de los que se encuentran al lado derecho de la carretera de Villaluenga a Grazalema. Está al borde de esta vía.

Registro R19

Este queda dentro del jardín que hay a la entrada de Villaluenga, en la orilla izquierda de la carretera a Grazalema, a la altura del Museo del Queso.

Registro R20

Este no se encuentra. Suponemos que fue destruido.

Registro R21

Este registro está situado en el jardín de entrada al pueblo a la altura de la parada de los autobuses.

Registro R22

Suponemos que existía, pero debe de haber sido eliminado en alguna operación urbanística o debe de haber quedado bajo algún muro:

Registro R23

Lo mismo que el anterior.

Fuente de los Caños

 


Una respuesta a “El acueducto de Villaluenga

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