La extraordinaria historia de la talla de la Virgen de la O, el cura ubriqueño Juan Coronil y el preso Julián Besteiro

Probablemente, la escultura de más valor histórico-artístico que tenemos en Ubrique es una talla de una Virgen que labró entre 1575 y 1576 Jerónimo Hernández, un imaginero que fue precursor de la llamada Escuela Sevillana, y policromó Álvaro de Ovalle en 1576 [1]. La imagen fue adorada en Carmona (en la iglesia del Divino Salvador) durante más de 350 años bajo la advocación de «Nuestra Señora de la Antigua»… hasta que un cura ubriqueño que era párroco en aquel pueblo sevillano, de nombre Juan María Coronil Gómez, se dio trazas para enviarla a Ubrique, cuya iglesia parroquial  estaba prácticamente vacía de imágenes tras la quema de 1936. Una vez en Ubrique, la vieja talla pasó a representar a la «Virgen de la O». Por supuesto, aún la conservamos (ya tiene 435 años). Al respecto, vamos a contarles unos detalles de esta historia que creemos que son desconocidos en Ubrique. Y sorprendentes.

Se sabe que Fray Sebastián de Ubrique fue una pieza fundamental en el traslado de esta obra de arte a Ubrique. Lo afirma él mismo en su Historia de la Villa de Ubrique (Sevilla, 1944, páginas 502 y 504) cuando se refiere a los esfuerzos que se hicieron por restaurar la iglesia parroquial y reponer sus imágenes quemadas:

Faltaba restaurar el altar mayor. […] En él fue colocada la imagen de Ntra. Sra. de la Antigua del Salvador de Carmona, obra de arte de valor inestimable, donada, con permiso oportuno, por el cura de Santa María, de Carmona, hijo de Ubrique, D. Juan Coronil Gómez.

Quería dicho señor regalar un retablo para la parroquia de su pueblo natal. Llamó al P. Sebastián de Ubrique para escogerlo; pero los que quedaban no le gustaron. Entonces escogió dicha imagen, que estaba abandonada detrás del coro alto, juntamente con otra de Ntra. Señora de los Dolores. Procedió a la restauración, que costó 900 pesetas. Una vez en el taller, empezó a llamar la atención de los artistas de Sevilla, la retrató el Instituto Español del Arte, y se armó tal revuelo que hubo que trasladarla inmediatamente a Ubrique. Resultaba obra de Jerónimo Hernández, perfectamente documentada por Hernández Díaz, del siglo XVI, y una de las mejores vírgenes de Andalucía. Con ella quedó completo el altar mayor, ofreciendo un conjunto hermosísimo. Se le puso por nombre Ntra. Sra. de la O.

virgen_O_02La fecha de traída de la imagen a Ubrique no la conocemos exactamente, pero se podría colegir de los datos que vamos a dar. En la Fototeca de la Universidad de Sevilla hemos encontrado seis imágenes de la talla tomadas antes de su restauración y una captada después, todas por el fotógrafo sevillano José María González-Nandín, un importante colaborador de la Fototeca del Laboratorio de Arte. Este fotógrafo tenía la buena costumbre de datar sus obras, lo que ha permitido a este archivo gráfico sevillano confeccionar fichas como la que les presentamos a continuación, que corresponde a la imagen de la Virgen aún sin restaurar que se muestra más abajo:

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 JOSÉ MARÍA GONZÁLEZ-NANDÍN / UNIVERSIDAD DE SEVILLA

Si hemos de interpretar al pie de la letra la información de la ficha, se deduce que el 8 de abril de 1938 la imagen se encontraba en la parroquia de Nuestra Señora de la O de Ubrique y  estaba sin restaurar.

En cuanto a la foto de la Virgen restaurada, González-Nandín la dató en la parroquia de Nuestra Señora de la O el 22 de julio de 1938. Es esta:

virgen_O_05 JOSÉ MARÍA GONZÁLEZ-NANDÍN / UNIVERSIDAD DE SEVILLA

Volviendo al texto de Fray Sebastián, reparemos en que refiriéndose a los retablos dice que “los que quedaban” no le gustaron. ¿Qué quiere decir con “los que quedaban”? Muy sencillo: la Virgen de Jerónimo Hernández no era ni mucho menos la primera obra de arte que salía de la iglesia del Divino Salvador de Carmona. Según el historiador Esteban Mira Caballos, este templo fue siendo paulatinamente despojado de sus riquezas artístico-religiosas en un proceso que se intensificó en 1911 con su agregación a la prioral de Santa María, cuyo tesoro recibió casi toda la plata del Salvador (a pesar de lo cual en 1923 este conservaba doce altares, tres de ellos dorados, un Niño Jesús en una urna y un buen número de enseres de plata).

En los años de la Guerra Civil era párroco de Santa María nuestro paisano Juan María Coronil Gómez, mencionado en la cita de Fray Sebastián que hemos transcrito más arriba. Pues bien, miren lo que se dice de este cura en la web Pastoral Parroquial basándose en una “conversación con José Antonio Gómez Coronilla, párroco de la Iglesia de Santa María en Carmona, el 27 de enero de 2006”:

Así encontramos casos en Carmona, como el de Don Juan Coronil Gómez (párroco de Santa María) y Don José Guzmán Espejo (párroco de San Bartolomé), que ante la necesidad de esos tiempos vendieron gran parte de los bienes de las iglesias subordinadas a su mando; con el dinero recaudado daba[n] de comer a las gentes.

De modo que, según esta fuente, el ubriqueño Juan María Coronil Gómez no “regaló” la Virgen de Jerónimo Hernández a la parroquia de Nuestra Señora de la O como afirma Fray Sebastián, sino que se la vendió para dar de comer a los pobres de Carmona.[Actualización: ver post scriptum al final de este artículo.]

Nos ha sorprendido tanto esta afirmación que hemos querido saber más de Juan María Coronil Gómez, y lo que hemos averiguado de él nos ha sorprendido (positivamente) aún más, aunque denota una personalidad perfectamente coherente con lo se acaba de afirmar. Pero antes de centrarnos en él mencionaremos otros dos casos de “cesiones” de imágenes de Carmona hechas probablemente por este cura de Ubrique.

Una de ellas quizá se refiere a un retablo (probablemente el que a Fray Sebastián no gustó). Resulta que entre 1575 y 1576 Jerónimo Hernández no solo talló en la Virgen que hoy está en Ubrique, sino también un tabernáculo donde colocarla. Dicho tabernáculo está actualmente integrado dentro de un retablo que igualmente se hallaba en la iglesia del Salvador de Carmona y que fue “cedido” a la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Cantillana en noviembre de 1937 con la autorización del mismísimo cardenal Segura. Es este:

virgen_O_06 PASTORAL PARROQUIAL

Y el mismo año de 1937, concretamente el 20 de noviembre, el vicario general del arzobispado de Sevilla dio permiso para “desmontar, colocar y trasladar a la Iglesia Parroquial de Cantillana” el altar mayor de la iglesia de Santo Domingo de Carmona para sustituir otro altar destruido en la mencionada parroquia cantillanera de Nuestra Señora de la Asunción el 26 de julio de 1936.


El inefable cura Juan María Coronil

Habría que hacer un estudio serio para saber si realmente el cura ubriqueño Juan María Coronil Gómez vendía las imágenes de sus iglesias de Carmona para dar de comer a los pobres. Pero no nos extraña que fuera así, a juzgar por su forma de ser tan especial, a nuestro juicio propia de un cristiano de verdad. Demostraremos lo que afirmamos exponiendo dos hechos históricos que conocemos de él.

virgen_O_07Terminada la Guerra Civil, a mediados de 1939, siendo el padre Coronil párroco de la prioral de Santa María de Carmona, llegó a la localidad un personaje importante… en calidad de preso. Se trataba de Julián Besteiro, catedrático universitario de Lógica y destacado miembro del PSOE y la UGT desde 1912. Últimamente había formado parte del Consejo Nacional de Defensa, un órgano creado para negociar la rendición de la República. En julio de 1939 Besteiro ingresó en la improvisada cárcel en que había sido  convertido un antiguo convento franciscano del siglo XIV [ver comentario de Rafa al final de esta entrada], de Carmona, para destinarlo a penal de curas antifranquistas. De él salió al año siguiente… muerto.

Poco después del fallecimiento del líder socialista y sindical entró también en aquella prisión Régulo Martínez, sacerdote, quien mucho más tarde, a la muerte de Franco, escribió un libro titulado Republicanos de catacumbas (Ediciones 99, Madrid, 1977) en el que narra hechos muy interesantes de los últimos días de Besteiro que tienen que ver con nuestro cura Coronil.

virgen_O_08Julián Besteiro (en el centro, de claro), rodeado de curas vascos, en la cárcel de Carmona en 1939 o 40 (PSOE)

Según nos cuenta Martínez, Julián Besteiro se pasaba las horas absorto en la lectura de la Biblia, “sentado en una hamaca bajo un hermoso níspero”. Sus compañeros reclusos (curas vascos en su mayoría) le preguntaban qué sentía leyendo aquel libro sagrado. Y aquel les respondía con gran serenidad:

Aparte de haber considerado desde muy joven la Biblia como una de las obras más importantes escritas en todos los tiempos, resulta que además hay libros de ella que aconsonantan perfectamente con el estado desilusionado de mi espíritu.

El socialista republicano glosaba los libros bíblicos “con tanto acierto y un talante tan agnóstico exento de cualquier dogmatismo” que los curas lo dejaban solo porque “abría brecha en nuestras convicciones”.

Cuando se puso en trance de muerte le preguntaron si quería que viniese un confesor de la parroquia próxima, pero Besteiro contestó con aplomo:

Ni niego ni afirmo la existencia de Dios, pero de existir, tengo la seguridad de que me entenderé con Él perfectamente, sin necesidad de intermediarios…

Por otra parte, hemos sabido que parte de sus largas horas de ocio las dedicó a la traducción del Cristus unser bruder (Cristo, nuestro hermano) del teólogo Karl Adam, ignorando que ya estuviera traducida, según nos cuenta Ignacio Arenillas de Chaves, su defensor en el consejo de guerra sumarísimo, en su libro El proceso de Besteiro (Biblioteca de la Revista de Occidente, 26, Sección Varia).

Besteiro murió en aquella cárcel el 27 de septiembre de 1940 en presencia de su mujer, una cuñada y un sobrino a los que dejaron entrar en las horas postreras del preso tras muchas súplicas. (Estuvo enterrado 20 años en el cementerio civil de Carmona, donde se prohibió el acceso a su tumba. Después fue trasladado a Madrid.)

Régulo Martínez nos cuenta este hecho extraordinario sobre el entierro:

Con razón sobrada dijo el párroco de la iglesia de Santa María de Carmona, cuando volvió de acompañar el cadáver del señor Besteiro hasta el cementerio civil de allí:

Caso único en la historia española el que un sacerdote católico presida un entierro civil; pero es que ese hombre tan valioso y tan ejemplar lo merecía, y de seguro ha sido acogido en su piadoso seno por el Señor.

Ya habrán adivinado ustedes a qué sacerdote católico se refiere la cita. Pero nos lo va a confirmar Matilde Donaire Pozo, del Ateneo de Sevilla, que, impresionada por esta historia, quiso averiguar el nombre de aquel “sacerdote católico en completa comunión canónica con la Iglesia” que se arriesgó a incurrir en la amonestación o castigo de la jerarquía católica presidiendo un entierro civil. Nos lo cuenta en su opúsculo Exilio: Reflexiones en torno a una exposición (Ateneo de Sevilla, 2003).

Un amigo sacerdote ha averiguado el nombre de este párroco, que no era un joven precisamente: Don Juan Coronil Gómez. ¡Cuántos sacerdotes valientes como éste hubieran hecho bien en aquellos días aciagos en los que los perseguidos se vieron tan desprotegidos –cuando no atacados– por los ministros de la Iglesia!

Efectivamente, este cura ya no era joven. Porque Juan María Coronil Gómez había nacido en Ubrique el 5 de mayo de 1883, hijo de Antonio Coronil Tenorio y de Catalina Gómez García, “su ejercicio de campo”, según consta en la partida de bautismo. Sus abuelos paternos fueron Juan Coronil Cordón y María Tenorio Ortega, y los maternos: Bartolomé Gómez Jaén y Juana García Clavijo.

Fray Sebastián de Ubrique nos cuenta de él que hizo sus estudios teológicos en el Seminario de Sevilla; que cantó misa allí; que recibió el doctorado en Teología, Filosofía y Derecho Canónico; que fue durante muchos años profesor del Seminario Pontificio de Sevilla; que era “poeta delicado y escritor” y que fue –esto ya lo sabemos– párroco de la prioral de Santa María de Carmona.

Pero, además, Fray Sebastián nos da un dato que nos ha sorprendido extraordinariamente porque contesta en parte a esta pregunta que nos formulábamos hace algún tiempo en esta misma revista: ¿Qué hacía en Ubrique en agosto de 1895 el erudito sevillano Joaquín Hazañas y la Rúa (aparte de escribir una carta a Marcelino Menéndez Pelayo)? Pues bien, resulta que este señor Hazañas, que llegó a ser rector de la Universidad de Sevilla, costeó los estudios seminaristas de nuestro Juan María Coronil. Se podría conjeturar que en 1895, Coronil, con 12 años, descollaba entre los escolares de Ubrique y que sus méritos llegaron a oídos de Hazañas, el cual se sabe que (por alguna razón) visitaba Ubrique de vez en cuando. Al parecer, decidió sacar adelante a esta figura en ciernes de la Iglesia con su apoyo económico.

En cualquier caso, Coronil no defraudó a su protector, y así, en 1915 lo encontramos en Sevilla pronunciando el discurso de apertura del curso académico 1915-16 de la Universidad Pontificia, alocución que tituló El nacimiento del Salvador como principio de la era cristiana y que fue publicado en la Imprenta y Librería de Sobrinos de Izquierdo, de la capital andaluza.

No obstante, la faceta que nos sigue interesando más de nuestro cura paisano es la de buen cristiano, y vamos a dar otro ejemplo que lo acredita. Entre 1931 y 1936 fue alcalde republicano de Carmona Francisco Rodríguez Ojeda, masón, popularmente conocido como «Curro Elías». Este fue procesado y sometido a un consejo de guerra en el que tuvo muchas testificaciones en su contra, por lo que no se pudo librar de la cárcel, donde murió en 1945. Pues bien, entre las pocas personas que declararon a su favor está nuestro paisano Coronil. En un trabajo del historiador Francisco Eslava Rodríguez leemos:

Avalan a Curro Elías en el sumario, con textos y firmas [dos vecinos de Carmona] y Juan María Coronil y Gómez, cura de Santa María, que de su puño y letra certifica el respeto de Curro Elías hacia la religión, hacia los sacerdotes, hacia los cultos en la prioral, a la novena de la Virgen de Gracia, a la enseñanza de la religión católica y su protección a las Hermanas de la Cruz, tanto –afirma Coronil– “como el mejor alcalde de la Monarquía”.

Probablemente Coronil cayó en el pecadillo de la mentira piadosa para salvar al alcalde carmonense… Este artículo del ABC del 18 de septiembre de 1937 puede aportar algún elemento de juicio adicional:

virgen_O_09 ABC de Sevilla, 18 de septiembre de 1937, pág. 16


Eduardo Paradas Agüera

Todavía nos falta un personaje para tratar de completar el esbozo de esta interesante historia que al parecer Fray Sebastián no nos contó cabalmente. En una de las siete fichas de la Fototeca de la Universidad de Sevilla que acompañan a las fotos de la Virgen de la O tomadas en 1938 leemos la siguiente información:

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Destacamos la información que supuestamente escribió el fotógrafo González-Nandín (ya que en la ficha figura entrecomillada):

[Virgen con el Niño (detalle)] Procedente de San Salvador de Carmona y trasladada a Ubrique por D. Eduardo Paradas Agüera.

Pero ¿quién era Eduardo Paradas Agüera? Eso sí nos lo dice Fray Sebastián porque en su libro Historia de la Villa de Ubrique incluye a esta persona, junto a Juan María Coronil, dentro de la nómina de hijos ilustres de nuestro pueblo (página 496):

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En la semblanza no se menciona que también hacía sus pinitos como pintor. Pero, efectivamente, este presbítero fue más conocido como especialista y crítico de arte y de ahí probablemente su participación en esta historia, ya que es posible que fuese llamado para juzgar sobre la naturaleza y  calidad artística de la talla que se pensaba traer a Ubrique, la cual, según ese dato de la ficha de la Fototeca de la Universidad de Sevilla, a la postre realmente trajo.

Paradas no solo escribía en ABC, sino en otros medios. A título de ejemplo, en La Ilustración Española y Americana del 8-15 de junio de 1921 publicó un artículo sobre el pintor Gustavo Bacarisas.

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En la Academia de Santa Isabel de Hungría entró en 1930 y en ella escribió algunos artículos de investigación que los académicos llamaban “papeletas de arte”; realizó informes como el “Balance artístico del año 1931”, disertó sobre temas monográficos de su especialidad (por ejemplo: “Aguafuertes de Goya”, en 1937), apoyó actividades culturales como la erección de un monumento a Zurbarán en Sevilla (1930) y le cupo el honor de contestar al discurso de José Hernández Díaz (catedrático de Arte que más tarde investigó precisamente el origen de la Virgen de la O de Jerónimo Hernández y que llegó a ser alcalde de Sevilla) cuando este entró en la Academia en 1933. También pronunció alguna conferencia en el Ateneo de Sevilla (1943):

virgen_O_14 ABC de Sevilla (12 de marzo de 1943, página 15)

Nuestro paisano escribió una obrita de cierta fama en sus círculos titulada Las comunidades religiosas en la Guerra de la Independencia (Sevilla, 1908) en la que hace un panegírico del también ubriqueño Beato Diego José de Cádiz diciendo de él que el periodo subsiguiente a la Revolución Francesa “tuvo su orador inspirado y vehementísimo en la lengua de fuego de aquel apostólico misionero capuchino”.

Paradas Agüera murió el 29 de noviembre de 1946, a los 67 años de edad, y el diario ABC le dedicó esta:

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(Su hermana Asunción se casó con el médico Carlos García de los Ríos y murió en Sevilla el 22 de junio de 1972. Tuvo una hija de su mismo nombre.)


Hipótesis

Hasta aquí los datos ciertos (o, al menos, documentales). Añadiremos otro más: en mayo de 1935 Paradas Agüera y Fray Sebastián predicaban en Sevilla (el primero en la parroquia de Santa Ana y el segundo en la capilla de San José, según se lee en el ABC de Sevilla del 31 de mayo de ese año).

Con todos estos elementos creemos que se puede construir una conjetura verosímil sobre la llegada a Ubrique de la talla de la Virgen de la O. El cura de Carmona no la “donó, con permiso oportuno” a Ubrique, como asegura Fray Sebastián, sino que la vendió, casi seguro que con dicho “permiso oportuno”.

A partir de 1937 la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la O empezó a ser restaurada y dotada de imágenes gracias a las contribuciones desinteresadas de personas pudientes de Ubrique. El mismo Fray Sebastián nos informa, por ejemplo, de que D. Sebastián Carrasco y Dª Dolores Romero costearon una talla de Nuestra Señora del Carmen; que los señores Romero Soto encargaron un Cristo con la Cruz a Cuestas; que gracias a las gestiones de D. Francisco Bohórquez la casa constructora Jose Mª Pedró donó el altar, valorado en 50.000 pesetas; que las Hijas de María “regalaron” una Inmaculada (y entrecomillamos la palabra porque ya no nos fiamos de nada); que la imagen de San Sebastián la compró Dª Francisca Herrera, viuda de Lobatón… Así que lo más razonable es pensar que alguno de estos “mecenas religiosos” pagara el precio que Juan María Coronil Gómez, el párroco ubriqueño de Carmona, puso a la Virgen de la Antigua de Jerónimo Hernández (rebautizada Virgen de la O).

Lo más seguro es que Fray Sebastián, por prudencia y conveniencia, silenciara los detalles de la operación. Pero el subconsciente suele traicionar… Léase lo que escribió él mismo en su libro unos párrafos más abajo del pasaje donde asegura que Coronil “regaló” aquella imagen y refiriéndose a la Dolorosa que también vino a Ubrique en el mismo “paquete”:

El altar de la Dolorosa fue arreglado, colocándose una Dolorosa, procedente del Salvador de Carmona, antigua iglesia de padres jesuitas, costeada por los señores Pino.

lo que corrobora la sospecha de que si la Dolorosa de Carmona se compró,  también la Virgen de la O se vendió. Y todo ello, casi sin ninguna duda, con el consentimiento del Cardenal Segura.

virgen_O_17Ya sabemos que este fue un personaje muy peculiar en la Iglesia de la época. Arzobispo de Sevilla desde 1937, este prelado de origen humilde se hizo famoso por sus enfrentamientos con el régimen franquista. Así, se negó a cumplir la orden de instalar lápidas en los muros de la catedral y parroquias de la diócesis con los nombres de los Caídos por Dios y por la Patria; dijo en un sermón que “caudillo” significaba antiguamente «jefe de una banda de forajidos» y «diablo»; se negó a ceder la presidencia a Carmen Polo en una inauguración y también se opuso a que Franco entrara bajo palio en las iglesias y catedrales de su jurisdicción con amenaza de excomunión a quien lo consintiera.

Dada su personalidad, no nos extraña que autorizara estos “cambalaches” de vírgenes y retablos. Al fin y al cabo, las obras de arte quedarían en manos de la Iglesia y en parroquias bien atendidas. Si para colmo se podía obtener un beneficio…  En este caso, los necesitados de Carmona parece que lo tuvieron.

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Bibliografía:

Historia de la Villa de Ubrique, Fray Sebastián de Ubrique (1945); Fototeca de la Universidad de Sevilla; Historia de la antigua parroquia e iglesia de El Salvador de Carmona, de Esteban Mira Caballos; Diario ABC y otros.

Imagen de cabecera:

Nuestra Señora de la O en la parroquia del mismo nombre en Ubrique, fotografía de Ángel Pablo.


J. M. G. V.


Post scriptum (29/12/2013)

En el artículo “Tiempo de campanas”: la vida novelada del cura Juan María Coronil, que mandó a Ubrique la talla de la Virgen de la O damos nuevas noticias sobre esta historia que permiten entender mejor y más prosaicamente por qué el padre Coronil vendió la imagen de la Virgen a Ubrique.


Referencias

[1] José Luis Ruiz Ortega: La historia de Triana y los antecedentes de la fundación de la Hermandad de la O. En: Historia de la O, una hermandad para un barrio, cap. 1. Hermandad de la O, Sevilla 2007.

5 respuestas a “La extraordinaria historia de la talla de la Virgen de la O, el cura ubriqueño Juan Coronil y el preso Julián Besteiro

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  1. Es tan interesante la historia principal como las pequeñas historias que salen de esta y como se entrelazan.
    Hace poco visité Carmona y pienso repetir,merece la pena.

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  2. Muy bueno el artículo pero te corrijo un pequeño error, dado que mi familia es de Carmona y conozco bastante bien su historia.

    El Convento que se habilitó como cárcel, luego sede de los Juzgados, fue el Convento Carmelita de San José, no el de los Padres Franciscanos, el cual estaba en la zona más alejado del centro y practicamente abandonado.

    ¿Me podrías facilitar una fotografía de la Dolorosa que llegó a Ubrique procedente del Salvador de Carmona?

    Muchas gracias

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  3. Grandioso trabajo que demuestra, entre otros trabajos de investigación, que hay una parte de la Iglesia que efectivamente oye y presta atención a los problemas sociales, mientras que otra se empeña en acaparar bienes, para no sé que necesidad de «puertas» que sólo sirven para cerrar, aunque, lo que se necesite en estos momentos es abrir barreras, fronteras, incluso «puertas». El que quiera entender, que entienda.

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